Declaración del Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa en relación con la invasión ilegal del Patriarcado de Constantinopla en el territorio canónico de la Iglesia Ortodoxa Rusa

La declaración fue adoptada en una sesión extraordinaria del Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa el 14 de septiembre de 2018 (Artículo № 69).

El Sínodo Sagrado de la Iglesia Ortodoxa Rusa con la profunda lástima y el dolor ha percibido la declaración del Sínodo Sagrado de la Iglesia Ortodoxa de Constantinopla del nombramiento de sus «exarcas» a la ciudad de Kiev. Esta decisión fue tomada sin acuerdo con el Gobernador-Representante de la Iglesia Ortodoxa Rusa Su Beatitud Metropolita de Kiev y toda Ucrania Onufriy, el único jefe canónico de la Iglesia Ortodoxa en Ucrania. Es una violación grave de la ley eclesiástica, la intrusión de una Iglesia local al territorio de otra. Además el Patriarcado de Constantinopla posiciona el nombramiento de sus «exarcas» como una etapa preparatoria para la implementación del plan de otorgamiento la «autocefalia» a Ucrania, que según sus declaraciones es irreversible y será llevado a su final.

Aspirando fundamentar las pretensiones del Trono de Constantinopla del reanudamiento de la jurisdicción sobre la Metropolia de Kiev, los representantes de Fanara declaran lo que Metropolia de Kiev, como si nunca hubiera ingresado a la jurisdicción del Patriarcado de Moscú. Las afirmaciones semejantes no corresponden a la realidad y contradicen por completo los hechos históricos.

La primera cátedra de la Iglesia Ortodoxa Rusa — Metropolia de Kiev, a lo largo de los siglos componía con ella uno entero, a pesar de las adversidades políticas e históricas que a veces rompieron la unidad de la Iglesia Rusa.

El Patriarcado de Constantinopla, cuya jurisdicción desde el inicio incluía a la Iglesia Ortodoxa Rusa, hasta mediados del siglo XV mantuvo de manera consistente su unidad, que luego se reflejó en la titulatura de los metropolitas de Kiev: «de toda Rusia». E incluso después del traslado de la catedra eclesiastica del Jerarca principal de Kiev a la ciudad de Vladimir, y luego a Moscú, los metropolitas «de toda Rusia» siguieron llamándose «de Kiev».

La división temporal de la metropolía unida de toda Rusia en dos partes está relacionada con las tristes consecuencias del Concilio Ferraro-Florentino y el comienzo de la unión con Roma, que la Iglesia de Constantinopla inicialmente aceptó, y la Iglesia Rusa inmediatamente rechazó. En 1448 el Concilio de Obispos de la Iglesia Rusa, sin la bendición del Patriarca de Constantinopla, que en ese momento estaba en la unión con Roma, ha elevado al obispo Jona en la dignidad del Metropolita. Desde ese momento, la Iglesia Ortodoxa Rusa ha mantenido su existencia autocéfala.

Sin embargo, diez años más tarde en 1458 el ex patriarca de Constantinopla Gregorio Mamma, que estaba en la unión y se encontraba constantemente en Roma, ha hecho la iniciación y nombró para la ciudad de Kiev a un metropolita autónomo el uniato Gregorio Bolgarin, habiendo subordinado a él los territorios que ahora forman parte de Ucrania, Polonia, Lituania, Bielorrusia y Rusia.

Por la decisión del Concilio de Constantinopla en 1593, con la participación de los cuatro Patriarcas Orientales, la Diócesis Metropolitana de Moscú fue elevado al estatus del Patriarcado. Este Patriarcado unió todas las tierras rusas, como lo demuestra la carta del Patriarca de Constantinopla Paisio al Patriarca de Moscú Nikon en 1654, en la que este último se llama «Patriarca de Moscú, de Gran y Pequeña Rusia.»

La reunificación de la Metropolia de Kiev con la Iglesia Rusa tuvo lugar en 1686. Sobre esto fue emitido un documento correspondiente, firmado por el Patriarca de Constantinopla Dionisio IV y por los miembros de su Sínodo. El documento no dice ni una palabra sobre el carácter temporal de la transferencia de la Metropolia, sobre que ahora sin razones, hablan los jerarcas de Constantinopla. No hay declaraciones sobre la transferencia temporal de la Metropolia de Kiev y en los textos de otras dos Cartas del Patriarca Dionisio en el año 1686 a los nombres de los Reyes de Moscú y al Metropolita de Kiev. Por el contrario, en la Carta del Patriarca Dionisio IV a los reyes de Moscú de 1686 se dice, que todos los metropolitas de Kiev están sujetos al Patriarca de Moscú Joaquim y sus sucesores «que están en el presente y después de ellos serán en el futuro, y deben someterse al mayor y principal en la Iglesia — al Patriarca de Moscú, puesto que de él han recibido la gracia sacerdotal.»

La interpretación del significado de los documentos de 1686 por los representantes de la Iglesia de Constantinopla no encuentra la más mínima justificación en sus textos.

Hasta el siglo XX ninguna Iglesia Ortodoxa local, incluida de Constantinopla, disputó la jurisdicción de la Iglesia Rusa sobre la Metropolia de Kiev. El primer intento de desafiar esta jurisdicción está relacionado con la prestación por el Patriarcado de Constantinopla de la autocefalia para la Iglesia Ortodoxa Polaca, que en ese momento tenía un estatus autónomo dentro de la Iglesia Ortodoxa Rusa.

En el Tomos sobre la autocefalia de la Iglesia Polaca del año 1924, no reconocido por la Iglesia Rusa, el Patriarcado de Constantinopla declaró sin ninguna justificación: «La separación de metropolia de Kiev de nuestro Trono y las demás Iglesias Ortodoxas de Lituania y Polonia, dependientes de Kiev, y la asociación de ellos a la Santa Iglesia de Moscú, era hecho con la infracción de los decretos canónicos.» Desafortunadamente, este es solo uno de los varios casos de la invasión del Patriarcado de Constantinopla en los límites canónicos de la Iglesia Rusa en los años 1920 y 1930.

Al mismo tiempo, cuando la Iglesia Rusa sometia persecuciónes ateas, que no tiene precedentes en su crueldad, el Patriarcado de Constantinopla sin su conocimiento y consentimiento emprendió medidas no canónicos en relación a las Iglesias autónomas en el territorio de los estados jovenes, formados en las fronteras del antiguo Imperio Ruso: en 1923 transformó la autónomas Iglesias de Estonia y Finlandia en su propia arquidiócesis, en 1924 concedió autocéfalia a la Iglesia ortodoxa de Polonia***, en 1936 proclamó su jurisdicción en Letonia.

Además, en 1931 Constantinopla ha incluido en su jurisdicción las parroquias de emigrantes rusos, ubicados en Europa Occidental, sin el consentimiento de la Iglesia Ortodoxa Rusa, transformándolas en su propio exarcado temporal.

Particularmente, poco atrayente se ve la participación del Patriarcado de Constantinopla en los intentos de destronar al jerarca y confesor Tikhon el Patriarca de Moscú y de toda Rusia, quien fue elegido canónicamente en 1917.

Estos intentos fueron realizados por las autoridades ateas en la década de 1920, creando artificialmente una renovación, una escisión modernista en la Iglesia Rusa para socavar la autoridad de la Iglesia Ortodoxa entre los creyentes, la «sovietización» de la Iglesia y su aniquilación gradual.

En la década de 1920 los renovacionistas promovieron activamente los arrestos del episcopado ortodoxo y del clero, presentaron denuncias sobre ellos y ocuparon sus iglesias. Patriarca de Constantinopla Gregorio VII apoyó abiertamente a los renovacionistas. Su representante oficial en Moscú archimandrita Basilio (Dimopulo), estuvo presente en las pseudo-concilios de renovación y en 1924 el mismo Patriarca Gregorio se dirigió al santo Tikhon con un llamamiento a abdicar del Patriarcado.

En el mismo año 1924, los renovacionistas publicaron extractos de las actas de las sesiones del Santo Sínodo del Patriarcado de Constantinopla, recibidas por ellos de archimandrita Basilio (Dimopulo).

Según el extracto fechado el 6 de mayo 1924, el Patriarca Gregorio VII «por invitación de los círculos eclesiásticos de la población rusa» aceptó la propuesta sobre «la pacificación de los disturbios y desacuerdos, ocurriendo en los últimos tiempos en la Iglesia local», habiendo nombrado a una comisión patriarcal especial.» Los «círculos eclesiásticos de la población rusa» mencionados en los protocolos, no eran la Iglesia rusa martirizada, que sufrió una persecución severa por el gobierno impío en ese momento, pero los grupos cismáticos, que con esta misma autoridad, cooperaron y apoyaron activamente el hostigamiento organizado del santo Patriarca Tikhon.

Acerca de las razones por las que la Iglesia de Constantinopla apoyo a los renovacionistas cismáticos, llevando la lucha contra la Iglesia rusa por el lado de régimen comunista, francamente explicó el archimandrita Vasilio (Dimopulo), en su discurso en nombre de «todo el proletariado de la Constantinopla», dirigido a un funcionario importante del régimen comunista: «Habiendo vencido a sus enemigos, derrotando a todos los obstáculos, habiendo fortalecido, Rusia Soviética ahora puede responder a las peticiones del proletariado del Medio Oriente, benevolente con ella, y aún más fortalecer nuestra Unión.» En sus manos … hacer que el nombre de la Rusia soviética sea más popular en Oriente de lo que era antes, y le pido encarecidamente prestar a un gran favor al Patriarcado de Constantinopla, como usted es un gobierno fuerte y potente del estado poderoso, ademas de que el Patriarca Ecuménico es reconocido en el Oriente como la cabeza de toda la gente

ortodoxa, y él claramente mostró su amistad al régimen soviético, que reconoció.”

Sus palabras pronunciadas hace casi cien años, son actuales y hoy: «Nos sentimos muy amrgados y sorprendidos de que el representante del Patriarcado Ecuménico, el jefe de la Iglesia de Constantinopla, sin ninguna comunicación preliminar con nosotros, con el representante legal y jefe de toda la Iglesia Ortodoxa Rusa, interfiere a la vida interior y en los asuntos de la Iglesia rusa autocéfala … El envío de cualquier comisión sin contacto conmigo, ya que yo el único Jerarca legítimo y ortodoxo de la Iglesia Ortodoxa Rusa, sin mi conocimiento, es ilegal, no será aceptado por el pueblo ortodoxo ruso y no traerá paz, pero llevará mayor confusión y división en la vida del sufriente Iglesia ortodoxa rusa.»

Las circunstancias de aquel tiempo impidieron el envío de esta comisión a Moscú. Su llegada significaría algo más que interferencia, sino una invasión directa en los asuntos de la Iglesia Ortodoxa Rusa, como pasa en el momento actual.

A costa de la sangre de muchos miles de nuevos mártires, la Iglesia rusa sobrevivió en aquellos años, tratando de cubrir con amor esta triste página de sus relaciones con la Iglesia de Constantinopla. Sin embargo, en la década de 1990 durante las nuevas pruebas de la Iglesia rusa, conectados con profundas conmociones geopolíticas, el comportamiento no fraternal de la Iglesia de Constantinopla de nuevo se manifestó por completo.

En particular, a pesar de que en 1978 el Patriarca de Constantinopla Dimitriy declaró que Tomos de 1923, sobre la transferencia de la Iglesia Ortodoxa de Estonia a juricdiccion constantinopla, ha perdido el poder, en 1996 el Patriarcado de Constantinopla extendió su jurisdicción a Estonia y el Patriarcado de Moscú temporalmente fue forzado a romper la comunión eucarística con él. En el mismo período eran emprendidas las primeras tentativas del Patriarcado de Constantinopla de entrometerse en los asuntos eclesiásticos ucranianos.

En 1995 las comunidades cismáticas ucranianas en los Estados Unidos y los países de la diáspora, fueron aceptados a la jurisdicción de Constantinopla. En el mismo año el Patriarca de Constantinopla Bartolomé dió una promesa escrita al Patriarca Alexey II de que las comunidades adoptivas no «cooperarían ni entrarían en contacto con otros grupos cismáticos ucranianos.» Las garantías, de que representantes del obispado ucraniano del Patriarcado de Constantinopla en los Estados Unidos y Canadá no entrarán en contacto y no servirán junto con los cismáticos, no eran cumplidos. El Patriarcado de Constantinopla no tomó medidas para fortalecer su conciencia canónica y fue arrastrado al proceso anticanónico de legalizar la división en Ucrania, creando una estructura eclesiástica paralela y dándole el estatuto de autocefalia.

La posición sobre la cuestión de la autocefalia, expresada al día de hoy por el Patriarcado de Constantinopla, contradice completamente a la posición acordada de todas las Iglesias Ortodoxas Locales, que era logrado como resultado de difíciles discusiones en limites de preparación para el Santo y Gran Concilio y registrado en el documento «Autocefalia y el camino de su proclamación», que fue firmado por representantes de todas las Iglesias locales, incluido a la Iglesia de Constantinopla. En ausencia de una petición oficial de autocefalia por el episcopado de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, el Patriarca Bartolomé aceptó la solicitud del gobierno ucraniano y de los cismáticos y disidentes, lo que contradice completamente su propia posición, que él ocupaba hasta hace poco y declaraba reiteradamente, incluso públicamente.

En particular, en enero de 2001 en una entrevista al periódico griego «Nea Ellada» él dijo: «La autocefalia y la autonomía son otorgadas por toda la plenitud de la Iglesia por la decisión del Concilio Ecuménico. Si, por alguna razón, la convocación del Concilio Ecuménico es imposible, el Patriarcado Ecuménico, como coordinador de todas las Iglesias Ortodoxas, otorga autocefalia o autonomía, a condición de que ellos lo aprobarán.»

Detrás de las últimas acciones unilaterales y las declaraciones del Patriarca Bartolomé están las ideas eclesiológicas, ajenas de la ortodoxia. Recientemente, hablando ante la reunión de jerarcas del Patriarcado de Constantinopla, el Patriarca Bartolomé afirmó que «la Ortodoxia no puede existir sin el Patriarcado Ecuménico», que «para la Ortodoxia el Patriarcado Ecuménico sirve como levadura que» fermenta toda la masa «(Gálatas, 5:9) de la Iglesia y la historia.»

Estas declaraciones son difíciles de evaluar de otra manera, como un intento de rehacer la eclesiología ortodoxa según el modelo católico romano.

La reciente decisión del Santo Sínodo de la Iglesia de Constantinopla, sobre la admisibilidad del segundo matrimonio para el clero, causó un dolor especial en la Iglesia Ortodoxa Rusa. Esta decisión es una violación de los cánones sagrados (regla 17 de los Apóstoles, regla 3 Concilio de Trulli, regla 1 del Concilio de Neocesarea, regla 12 de san Basilio el Grande), además viola el acuerdo de Ortodoxia mundial y de hecho es un rechazo de los resultados del Concilio de Creta de 2016, del reconocimiento cuyo el Patriarcado de Constantinopla quiere tan activamente de las Iglesias locales restantes.

En las tentativas de establecer sus poderes, nunca existentes en la Iglesia Ortodoxa, el Patriarcado de Constantinopla actualmente se entromete en la vida de la Iglesia ucraniana. En sus declaraciones los jerarcas de la Iglesia de Constantinopla llaman al Metropolita de Kiev y de toda Ucrania Onofrio «anticanónico», con el argumento de que él no conmemora al Patriarca de Constantinopla.

Mientras tanto, antes en la Reunión de los Primados de las Iglesias Locales en Chambesy en enero de 2016, el Patriarca Bartolomé llamó públicamente al Metropolita Onofrio el único Primado canónico de la Iglesia Ortodoxa en Ucrania.

Al mismo tiempo, el Primado de la Iglesia de Constantinopla prometió que ni durante el Concilio de Creta, ni después se hará ningún esfuerzo para legalizar la división o otorgar unilateralmente a alguien autocefalia.

Tristemente debemos decir que esta promesa ahora ha sido violada. Las acciones unilaterales y anticanónicas de Constantinopla, hechas en el territorio de Ucrania, cometidas con total desprecio de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania y son apoyo directo de la escisión ucraniana. Muchos millones fieles de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania no comprenden una trampa de que el Patriarcado de Constantinopla, declarándose como la Iglesia Madre para la Iglesia ucraniana, dará a sus hijas en vez del pan una piedra y una serpiente en lugar del pez (San Lucas 11:11).

La profunda preocupación de la Iglesia Ortodoxa Rusa por la opinión errónea y distorsionada de la Iglesia de Constantinopla sobre lo que está sucediendo en Ucrania fue transmitida personalmente por el Patriarca de Moscú y de toda Rusia Kirill al Patriarca Bartolomé el 31 de agosto de 2018. Sin embargo, como han mostrado los acontecimientos siguientes, la voz de la Iglesia Rusa no fue escuchada y una semana mas tarde de la reunión el Patriarcado de Constantinopla publicó una decisión anticanónica de nombrar a sus «exarcas» a Kiev.

En esta situación crítica, el Constantinopla prácticamente se negó a abordar el problema a través del diálogo, el Patriarcado de Moscú era obligado a suspender conmemoración oracional del Patriarca de Constantinopla Bartolomé en los servicios eclesiásticos y con profundo pesar a suspender concelebración con los obispos del Patriarcado de Constantinopla, ademas a terminar la participación de la Iglesia Ortodoxa Rusa en la Asamblea Episcopal, así como en diálogos teológicos, en comisiones multilaterales y en todas las demás estructuras en las que presiden o co-presiden los miembros del Patriarcado de Constantinopla.

En caso de continuación de la actividad anti-canónica del Patriarcado de Constantinopla en el territorio de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, nos veremos obligados a romper completamente la comunión eucarística con el Patriarcado de Constantinopla. Toda la responsabilidad por las trágicas consecuencias de esta división recaerá personalmente sobre el Patriarca de Constantinopla Bartolomé y los obispos que lo apoyan.

Reconociendo que los acontecimientos que pasan presentan el peligro para toda la Ortodoxia mundial, en esta hora difícil estamos solicitando el apoyo a las Iglesias Locales autocéfalas, y llamamos a los Primados de las Iglesias a penentrarse de la comprensión de nuestra responsabilidad común del destino de la Ortodoxia mundial y a iniciar una discusión ortodoxa fraternal sobre la situación eclesiástica en Ucrania.

Dirigimos a toda la plenitud de la Iglesia Ortodoxa Rusa con un llamamiento de una oración ardiente por la preservación de la unidad de la Santa Ortodoxia.

*** Impulsado por un deseo sincero de apoyar a los ortodoxos, que está en la minoría y a veces en una situación bastante difícil, el Patriarcado de Moscú por su parte otorgó en 1948 la autocefalia para la Iglesia Ortodoxa de Polonia y confirmó la autonomía de la Iglesia Ortodoxa de Finlandia, transmitida por cortesía de Su Santidad el Patriarca Tikhon en 1921, habiendo consentido en 1957 a enterrar a todas las disputas canónicas y malentendidos entre la Iglesia Ortodoxa de Finlandia y la Iglesia Ortodoxa Rusa, también a reconocer a la Diócesis finlandesa en su estatuto real y transferir a su jurisdicción el monasterio Nuevo -Valaam, después de lo cual se restableció la comunicación canónica.

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