Metropolitano Ignaсio realizó una transmisión radio en la Universidad Nacional de Colombia

A las 11.00 de la mañana en el studio de la Universidad Nacional de Colombia ha empezado una conversación radio. Ha sido dedicada a los iconos ortodoxos. El interlocutor de Metropolitano Ignacio fue profesor universitario, diplomático, traductor, escritor, poeta y amigo grande de Vladyka, señor Ruben Dario Flores.
El tema principal de la transmisión de radio fue «El Icono y la Ortodoxia».
Metropolitano Ignacio dijo que: «El icono es una parte de la Tradición.
El Icono no es un signo, ni una imagen, ni un cuadro. Es una aparición, una presencia de lo que está escrito allí. El icono de Jesucristo, por ejemplo, no nos muestra una imagen del Señor, en cambio, es una manifestación de Si mismo a nosotros, Nos revela lo que está en el icono y detrás de él. Cada uno es como una ventana al mundo espiritual, al Reino de los Cielos. A través de la cual podemos ver sus habitantes: los ángeles, los santos…
En sus hogares, los ortodoxos ubican sus Iconos en los rincones o paredes orientadas hacia el este. ¿Por qué? Porque la “luz viene de oriente”, y Jesucristo se llamó La Luz. Y, sobre todo, Él vendrá del Este antes del fin del mundo para juzgar a los vivos y a los muertos. Por lo tanto, este lugar se transforma en el punto más importante de la casa, como templo del hogar. Allí colocan la Biblia sobre un atril y los Iconos cubren sus paredes. Allí tambien prenden velas, inciensan y rezan. Allí se encuentran, sin falta, los iconos de Jesucristo, de la Virgen María, de San Nicolás Taumaturgo, del Ángel Guardián y del Santo Protector. A veces cada integrante de la familia tiene su propio lugar.
El Icono trasforma el hogar en una “Iglesia familiar, casera” y la vida de los fieles en la de oraciones.
La Tradición dice que al llegar a su hogar, el ortodoxo, debe inclinarse ante los Iconos, rezar a Dios y después saludar a los que están en la casa; también al salir debe rezar y pedir la bendición del Señor y luego partir.
El Icono nunca es un adorno, ni una decoración; es una “Luz” que ilumina el espacio dentro del cual se encuentra.
En el templo, los Iconos están como objetos del oficio divino, no para observarlos como en un museo. Todo fiel que entra al templo, se siente tocado por una sensación de vida incesante. Aun fuera de los oficios todo parece estar esperando “los Santos Misterios”; todo parece animado y a la espera del Cristo que viene a darse en alimento espiritual.
En esta grandiosa sinfonía, cada feligrés al mirar los Iconos ve a Dios, a su Santa Madre, a los Ángeles y a los santos que lo precedieron como seres vivos y con ellos se participa de la liturgia y se canta: “en Tus Santos Iconos contemplamos el tabernáculo celestial y Te alabamos con alegría.”
El Icono físicamente es sólo una plancha de madera. No encierra сnada. Todo su poder lo obtiene por medio de la Imagen allí pintada. Esta “Presencia” es lo que distingue al Icono de un cuadro religioso.
El triángulo estético de toda obra de arte se forma con:
— la obra propiamente dicha,
— el artista y
— el espectador.
El Icono rompe este triángulo estético;
— la obra se cambia con su función mística,
— el individualismo del artista se borra tras la Tradición que habla,
— el ego del espectador se prosterna en un acto de plegaria y adoración a Dios.
Para “oriente,” el Icono es algo “Sacramental.” Por esta razón el sacerdote debe verificar la conformidad con la Tradición y el nivel de expresión eclesiástico del Icono. Además, el sacerdote debe santificar al icono.
El Icono es una peregrinación hacia Dios por medio de la oración; una invitación a acompañar y seguir la vida del Santo que representa, invita a la conversión y señala que el hombre en su humildad debe hacer de la oración un estado permanente».

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