Mensaje de Pascua del Eminentísimo Ignacio

Mis queridos amigos y co-celebrantes sacerdotes,

buenos pastores del rebaño de Dios!

¡Mis amados hermanos y hermanas: monjes y fieles

de la Santa Iglesia Ortodoxa!

 

 

¡CRISTO HA RESUCITADO!

 

Todos nosotros pertenecemos a la misma Familia, a la Iglesia Ortodoxa, creada a través de la Sangre de Jesucristo. De sus inmensos sufrimientos, su muerte en la Cruz, su descenso al infierno y Su luminosa y gloriosa Resurrección. Todos tenemos un Único Padre, el mismo Dios.

Cada uno quiere amar y ser amado. Y cuanto más amor se tiene, más feliz se es. Pero ¿como se puede medir el amor, algo tan fuerte como invisible? Hay solo una manera de lograrlo: es el sacrificio que estoy dispuesto a hacer o a la inversa, el que están dispuestos a ofrecerme.

“Nadie tiene mayor amor que éste, el que entrega su alma por su prójimo” (Juan 15:13). ¿Hay al menos alguno que esté dispuesto a hacerlo por ti, por mí y por cada uno de los presentes en este santo templo? ¡Si, para alegría nuestra, lo hay! El Padre nos ha dado a Su Único y muy Amado Hijo, el cual, a su vez, ha entregado su Vida por nosotros. ¿Puede, acaso, haber algo más valioso para el Padre, que Su Hijo? ¿Puede haber, tal vez, algo más valioso para el hombre que su vida? Sin embargo, tanto el Padre como el Hijo, nos han ofrecido sus mayores tesoros.

Su amor es sin medida, sin límites, eterno. Y no termina, ni se detiene, con la muerte y resurrección de Jesucristo, sino que continúa para siempre. Significa esto, que Jesucristo está siempre con nosotros, sobre nosotros y dentro de nosotros, al apoyarnos y ayudarnos durante toda nuestra vida. Al perdonarnos nuestros pecados. Al curarnos nuestras heridas espirituales. Al ayudar a levantarnos a nosotros, caídos. Al cubrir con su amor, todas nuestras iniquidades y debilidades.

¿Qué podemos darle a cambio, nosotros, que no tenemos nada para dar? Sólo una cosa: Intentar amarle, pero no como queremos nosotros mismos, sino como Él lo desea. ¨Si me aman, guardarán mis mandamientos¨ (Juan 14:15). Construyamos pues nuestra vida entera, cada día, hora y momento de ella según las enseñanzas de Jesucristo. ¡Como es tan simple! ¡Como es posible! “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, — exclama el Apóstol (Filipenses 4:13).

Y Él nos fortalecerá a través de la iluminación de la mente y la santificación del corazón. Para que, según Sus palabras, pueda venir con Su Padre y habitar en nosotros.

 

¡EN VERDAD, CRISTO HA RESUCITADO!

 

Ignatiy, Metropolita de Argentina y Sudamérica

Просмотры (17)

Добавить комментарий

Ваш e-mail не будет опубликован. Обязательные поля помечены *